El afán de vender

Con el inicio del ciclo lectivo comienza a traccionar mucho más fuerte el año. Se terminaron las vacaciones y, obviamente, todo vuelve a una cierta normalidad. El crédito hipotecario en lo que es el sector inmobiliario ya está en el mercado. La gente ya habla hace varios meses del crédito hipotecario. Y esta herramienta, de a poco, va haciendo crecer la cantidad de escrituras.

El crédito hipotecario está claro que tracciona muy bien el usado. Y este crecimiento, mes a mes, no va a ser desbocado como fue en 2016, 2017 y parte de 2018, con los primeros créditos hipotecarios de Mauricio Macri. Sino que va a ir creciendo en un porcentaje acotado pero constante. Tal vez, acompañado a los valores de la inflación.

En este escenario tenemos al desarrollador inmobiliario que encuentra un costo de construcción alto, o por lo menos, a valores similares a los registrados en 2016/2017. El desarrollador se había acostumbrado a construir a valores mucho más bajos. Estamos hablando de que en post pandemia el costo de construcción fue bajando considerablemente hasta llegar a valores de 850/900 dólares por metro cuadrado en la construcción de un edificio.

Hoy esa realidad no es la misma. Esos precios no son los mismos. Y el mercado no lo está soportando, básicamente, porque los precios de las propiedades bajaron. Y al bajar esas propiedades hace que el costo de la construcción siga siendo alto. Y en esto tiene que ver con los materiales para la construcción a fines del 2023 registraron un aumento que fue  acompañado en enero y en febrero de 2024, con inflaciones muy altas. Hoy, con otra realidad, si bien bajaron un poco no acompañaron el proceso de baja de precios. El mercado de la construcción está hoy golpeado. Entonces el desarrollador inmobiliario trata de buscar soluciones. Y acá es donde hace su aparición el famoso crédito con hipoteca de bien futuro.

Los bancos ya empezaron a trabajar pero llega de manera muy tímida. La gente quiere un crédito hipotecario y quiere tener la propiedad apenas escritura. Entonces, el desarrollador inmobiliario, alertado por esta situación, está empezando a apurar las obras. Nos referimos a esas obras a las que le faltan de 3 a 6 meses.

Las están apurando para poder llegar lo antes posible a poder entregar. Porque, claramente, el argentino está acostumbrado a comprar con crédito y tener esa propiedad. No compra una propiedad para después tenerla. La quiere tener, la quiere disfrutar y la quiere ir pagando. Está acostumbrado a eso.

Y el desarrollador inmobiliario se está apurando, también, por temor a que se incrementen los valores (aunque no notamos que esto esté sucediendo). Sin embargo, el desarrollador quiere vender y es por eso que hace que las obras se terminen lo antes posible.