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¿Hay que arrepentirse de haber tomado un crédito hipotecario UVA?

19/07/2018 - La inflación y el dólar fueron determinantes: aniquilaron la vuelta a soñar con el techo propio. ¿Qué pasará con quienes ya se hipotecaron?
Ninguna de las familias que conozco que tomaron créditos en Unidad de Valor Adquisitivo, UVA, antes del aumento de las tasas se arrepiente de la decisión. Más allá del escenario complicado de inflación, hoy no dudan que se trató de una buena decisión. 
Por eso, por encima de lo que dicen los economistas -de uno y otro lado- y lo que dicen los opinólogos fatalistas de las redes sociales, acá vamos a revisar los números reales de la vida pagando un crédito UVA.
Esta semana en MDZ Radio, Mariano Otárola, periodista especializado en inversiones, dijo que los que tomaron un crédito hipotecario en UVA el año pasado hicieron el negocio de sus vidas, una afirmación que los pesimistas de siempre refutaron en sus comentarios en redes sociales.
Con números sobre la mesa vamos a analizar esa frase y veremos si hay que arrepentirse o celebrar el crédito con ese sistema.
Un caso real con números reales
Vamos a tomar el caso real de una familia que compró una vivienda (con dos habitaciones y cochera) en octubre del año pasado con un crédito UVA en el Banco Nación a una tasa de 4,5%. En ese momento la vivienda costaba U$S100.000 con el dólar oscilando entre los $17,50 y $18, lo que se traduce en $1.800.000.
La primera cuota que pagó la familia fue en noviembre de 2017, por un equivalente a unas 360 UVA. Además, en todos los créditos se considera el pago mensual de un seguro de unos $600 que cubre incendios y daños aparte de la cuota.
En ese primer pago la unidad de medida, que se ajusta mes a mes de acuerdo a la inflación del INDEC, tenía un valor de $20,64. Por ende, el pago de esa primera cuota fue de $7.430,4.
Los pagos posteriores, ajustados por inflación, fueron los siguientes:
-$7.614 (principio de enero).
-$7.783 (fines de enero).
-$7.937,19 (fines de febrero).
-$8.102, 03 (principio de abril).
-$8.288,37 (fines de abril).
-$8.503,36 (fines de mayo).
-$8.723,48 (principios de julio).
Si tomamos el valor que comenzó pagando la familia y lo comparamos con lo que está pagando en la actualidad, la cuota aumentó casi $1.300 en un plazo de 9 meses, lo que equivale a un 19% (de la mano con la inflación en el período señalado).
Ahora, tomando en cuenta el valor de la propiedad al momento de la compra y el que tiene en la actualidad, tenemos que por el aumento del dólar en el último año la casa de U$S 100.000, que en ese momento equivalía a $1.800.000, ahora tiene un valor de $2.800.000. La misma vivienda aumentó en un 55%.
De arrepentirse nada. Eso si se considera, además, que en ese momento el crédito se tomó con una tasa de 4,5% y es negocio tomando en cuenta que está pagando su casa. A eso se suma que la vivienda en cuestión para el alquiler hoy no baja de los $10.000 mensuales y con ajustes entre el 25% y el 30% por año. Dinero que no se convierte en inversión.
Ahora, quienes están tomando los créditos hoy se enfrentan a comprar propiedades más caras por la suba del dólar, la inflación y una tasa del 8%. Necesitan más ahorros (el 20% del total de la vivienda) y sufren por la inestabilidad del mercado cambiario y los constantes cambios en los montos que deben reunir.
Entonces, a la hora del balance -con esos números sobre la mesa- una familia que tomó ese tipo de crédito el año pasado está conforme con la decisión. Su preocupación real en la actualidad es mantener la relación cuota-salario del 25% con la que se les otorgó el préstamo.
Si bien no hay arrepentimiento, también es fundamental para este tipo de créditos -y para que se masifique el uso de la UVA- que se baje la inflación y llegue la estabilidad al mercado cambiario, considerando que las viviendas en la Argentina se cotizan en dólares.
El sistema no es malo, y el ejemplo es Chile que funciona con el mismo esquema hace tres décadas, pero es necesario que Argentina se convierta en un país normal con números manejables y seguridad para quienes proyectar cuestiones tan importantes como la compra de una vivienda.

BUENOS AIRES.- Hoy es hablar con el diario del lunes, pero el año pasado o a inicios de este, cuando el boom de los préstamos UVA era una realidad, algunos lo presagiaban: "No se endeuden que todo puede empeorar". 

Y así pasó. El dólar se disparó, el peso se devaluó y la inflación nunca retrocedió.

Eduardo Gajardo, periodista de Mendoza Online, hizo un análisis sobre cómo están hoy quienes se hipotecaron y qué les puede pasar de cara al futuro que, a continución, reproducimos.

"Ninguna de las familias que conozco que tomaron créditos en Unidad de Valor Adquisitivo, UVA, antes del aumento de las tasas se arrepiente de la decisión. Más allá del escenario complicado de inflación, hoy no dudan que se trató de una buena decisión. 

Por eso, por encima de lo que dicen los economistas -de uno y otro lado- y lo que dicen los opinólogos fatalistas de las redes sociales, acá vamos a revisar los números reales de la vida pagando un crédito UVA. Esta semana en MDZ Radio, Mariano Otárola, periodista especializado en inversiones, dijo que los que tomaron un crédito hipotecario en UVA el año pasado hicieron el negocio de sus vidas, una afirmación que los pesimistas de siempre refutaron en sus comentarios en redes sociales.

Con números sobre la mesa vamos a analizar esa frase y veremos si hay que arrepentirse o celebrar el crédito con ese sistema.

Un caso real con números realesVamos a tomar el caso real de una familia que compró una vivienda (con dos habitaciones y cochera) en octubre del año pasado con un crédito UVA en el Banco Nación a una tasa de 4,5%. En ese momento la vivienda costaba U$S100.000 con el dólar oscilando entre los $17,50 y $18, lo que se traduce en $1.800.000.

La primera cuota que pagó la familia fue en noviembre de 2017, por un equivalente a unas 360 UVA. Además, en todos los créditos se considera el pago mensual de un seguro de unos $600 que cubre incendios y daños aparte de la cuota.

En ese primer pago la unidad de medida, que se ajusta mes a mes de acuerdo a la inflación del INDEC, tenía un valor de $20,64. Por ende, el pago de esa primera cuota fue de $7.430,4.

Los pagos posteriores, ajustados por inflación, fueron los siguientes:

-$7.614 (principio de enero).
-$7.783 (fines de enero).
-$7.937,19 (fines de febrero).
-$8.102, 03 (principio de abril).
-$8.288,37 (fines de abril).
-$8.503,36 (fines de mayo).
-$8.723,48 (principios de julio).

Si tomamos el valor que comenzó pagando la familia y lo comparamos con lo que está pagando en la actualidad, la cuota aumentó casi $1.300 en un plazo de 9 meses, lo que equivale a un 19% (de la mano con la inflación en el período señalado).

Ahora, tomando en cuenta el valor de la propiedad al momento de la compra y el que tiene en la actualidad, tenemos que por el aumento del dólar en el último año la casa de U$S 100.000, que en ese momento equivalía a $1.800.000, ahora tiene un valor de $2.800.000. La misma vivienda aumentó en un 55%.

De arrepentirse nada. Eso si se considera, además, que en ese momento el crédito se tomó con una tasa de 4,5% y es negocio tomando en cuenta que está pagando su casa. A eso se suma que la vivienda en cuestión para el alquiler hoy no baja de los $10.000 mensuales y con ajustes entre el 25% y el 30% por año. Dinero que no se convierte en inversión.

Ahora, quienes están tomando los créditos hoy se enfrentan a comprar propiedades más caras por la suba del dólar, la inflación y una tasa del 8%. Necesitan más ahorros (el 20% del total de la vivienda) y sufren por la inestabilidad del mercado cambiario y los constantes cambios en los montos que deben reunir.

Entonces, a la hora del balance -con esos números sobre la mesa- una familia que tomó ese tipo de crédito el año pasado está conforme con la decisión. Su preocupación real en la actualidad es mantener la relación cuota-salario del 25% con la que se les otorgó el préstamo.

Si bien no hay arrepentimiento, también es fundamental para este tipo de créditos -y para que se masifique el uso de la UVA- que se baje la inflación y llegue la estabilidad al mercado cambiario, considerando que las viviendas en la Argentina se cotizan en dólares.

El sistema no es malo, y el ejemplo es Chile que funciona con el mismo esquema hace tres décadas, pero es necesario que Argentina se convierta en un país normal con números manejables y seguridad para quienes proyectar cuestiones tan importantes como la compra de una vivienda.


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