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La historia del hombre que pasó toda su vida en un edificio público

20/08/2016 - Angel Lo Gatto se mudó al Registro Civil de la Capital Federal, ubicado Uruguay 753 de adolescente, cuando su padre fue nombrado casero.
ARGENTINA.- Cuando Ángel Lo Gatto dice casa piensa en una mole blanca de seis plantas en la calle Uruguay. Una construcción racionalista donde creció, consiguió su primer trabajo, se casó, crió tres hijos y hoy trabaja. Lobato pasó la mayor parte de sus 61 años en la casa central del Registro Civil, que está celebrando su 130 aniversario. Es un hombre con una vida privada en un edificio público.
Una tarde de 1970 su padre, Eugenio Lo Gatto, llegó a la casa familiar en Lanús Este con una noticia. El director general del Registro Civil le había propuesto ser el casero de la institución. En el living, junto a su esposa, sentados a una mesa, evaluaron los pro y contras de trasladar a sus dos hijos al centro de la Ciudad, de crear un hogar en donde se trabaja, de borrar los límites entre la intimidad y las obligaciones. 
La decisión fue instalarse en el sexto piso del edificio de Uruguay 753. Dos dormitorios -uno para el matrimonio y otro para los hijos-, un comedor, una cocina, un lavadero, un baño y una terraza fueron los espacios a habitar. 
Mientras desembalaban, Ángel miraba desde una esquina, negado a hacer propio ese terreno ajeno. "Era adolescente y me costó mucho adaptarme. Había perdido a mis amigos, el potrero del barrio, la casa con fondo", cuenta. La aceptación fue llegando con los meses, con el descubrimiento de que a la planta baja del Registro Civil también se la podía transformar en cancha de fútbol; de que podía sacar ganancia de los cientos que visitaban su casa, venderles chocolates o flores; de que podía jugar a ser adulto atendiendo por ventanilla a los que registraban nacimientos y defunciones.
A los 19 años le permitieron entrar con un oficio en el Estado. Primero en otra oficina municipal, luego en el Registro. Por entonces su padre estaba por jubilarse y le tocó reemplazarlo. Poco después, ya estaba casándose, a punto de ser padre en donde fue hijo, en ser él quien formara familia donde trabajaba. El día de su casamiento, el 18 de diciembre de 1981, hubo otras 319 uniones matrimoniales. Entre ellas, la de una famosa: "Estaba la teleisión porque se casaba una de las Trillizas de Oro, creo que María Emilia".
Tuve tres hijos. A los tres los llevó al despacho del director general para ejemplificarles lo que era la autoridad, lo que era ser respetado; les cocinó sobre la cabeza de sus compañeros que, pisos abajo, seguían con sus funciones; les dejó correr y jugar al fútbol en el salón de planta baja; les mostró el tubo que recorre las paredes desde el quinto piso hasta el buzón central, diseñado para trasladar correspondencia en tiempos en los que ni se soñaba con el mail; les enseñó que lo que había en su casa no era de ellos sino de todos: espacio público.
Después de 31 años, en 2001 se mudó. "Era momento de tener algo propio. Compramos un PH en Caballito, fue un progreso para la familia, pero a mí me costó muchísimo", dice. Tanto que aún no se desprende del Registro Civil, donde pasó de casero a jefe de Orientación y Control, donde trabaja de lunes a viernes.
Registro Civil, 130 años de historia
El 10 de agosto de 1886 entró en vigencia el Registro Civil porteño, y ese día se inscribieron el primer nacimiento, el primer matrimonio y la primera defunción.Tras una ubicación primera en Paraguay 1043, entre Cerrito y Carlos Pellegrini, en octubre de 1943 se inauguró el edificio de Uruguay 753, sede que mantiene hasta la actualidad.
Los registros llevan una inscripción de los hechos vitales de una sociedad en un territorio determinado. "En la Ciudad el registro inscribe nacimientos, matrimonios, defunciones, informaciones sumarias y actúa como intermediador para la realización de trámites de documentación (DNI, pasaporte)", dice el Director General del Registro Civil, Mariano Cordeiro. Y agrega: "La obligación es hacerle la vida más sencilla al vecino, con trámites más sencillos y rápidos".
El inmueble ocupa una superficie de 5.686 metros cuadrados, en los que hay siete plantas, entre ellas un entrepiso y un subsuelo. Aún conserva los materiales originales de su construcción, como el mármol travertino con guardas de color negro y el bronce de las aberturas.
Fuente:  Clarin.com 

ARGENTINA.- Cuando Ángel Lo Gatto dice casa piensa en una mole blanca de seis plantas en la calle Uruguay. Una construcción racionalista donde creció, consiguió su primer trabajo, se casó, crió tres hijos y hoy trabaja. Lobato pasó la mayor parte de sus 61 años en la casa central del Registro Civil, que está celebrando su 130 aniversario. Es un hombre con una vida privada en un edificio público.

Una tarde de 1970 su padre, Eugenio Lo Gatto, llegó a la casa familiar en Lanús Este con una noticia. El director general del Registro Civil le había propuesto ser el casero de la institución. En el living, junto a su esposa, sentados a una mesa, evaluaron los pro y contras de trasladar a sus dos hijos al centro de la Ciudad, de crear un hogar en donde se trabaja, de borrar los límites entre la intimidad y las obligaciones. 


La decisión fue instalarse en el sexto piso del edificio de Uruguay 753. Dos dormitorios -uno para el matrimonio y otro para los hijos-, un comedor, una cocina, un lavadero, un baño y una terraza fueron los espacios a habitar. 

Mientras desembalaban, Ángel miraba desde una esquina, negado a hacer propio ese terreno ajeno. "Era adolescente y me costó mucho adaptarme. Había perdido a mis amigos, el potrero del barrio, la casa con fondo", cuenta. La aceptación fue llegando con los meses, con el descubrimiento de que a la planta baja del Registro Civil también se la podía transformar en cancha de fútbol; de que podía sacar ganancia de los cientos que visitaban su casa, venderles chocolates o flores; de que podía jugar a ser adulto atendiendo por ventanilla a los que registraban nacimientos y defunciones.

A los 19 años le permitieron entrar con un oficio en el Estado. Primero en otra oficina municipal, luego en el Registro. Por entonces su padre estaba por jubilarse y le tocó reemplazarlo. Poco después, ya estaba casándose, a punto de ser padre en donde fue hijo, en ser él quien formara familia donde trabajaba. El día de su casamiento, el 18 de diciembre de 1981, hubo otras 319 uniones matrimoniales. Entre ellas, la de una famosa: "Estaba la teleisión porque se casaba una de las Trillizas de Oro, creo que María Emilia".

Tuve tres hijos. A los tres los llevó al despacho del director general para ejemplificarles lo que era la autoridad, lo que era ser respetado; les cocinó sobre la cabeza de sus compañeros que, pisos abajo, seguían con sus funciones; les dejó correr y jugar al fútbol en el salón de planta baja; les mostró el tubo que recorre las paredes desde el quinto piso hasta el buzón central, diseñado para trasladar correspondencia en tiempos en los que ni se soñaba con el mail; les enseñó que lo que había en su casa no era de ellos sino de todos: espacio público.

Después de 31 años, en 2001 se mudó. "Era momento de tener algo propio. Compramos un PH en Caballito, fue un progreso para la familia, pero a mí me costó muchísimo", dice. Tanto que aún no se desprende del Registro Civil, donde pasó de casero a jefe de Orientación y Control, donde trabaja de lunes a viernes.

Registro Civil, 130 años de historia

El 10 de agosto de 1886 entró en vigencia el Registro Civil porteño, y ese día se inscribieron el primer nacimiento, el primer matrimonio y la primera defunción.Tras una ubicación primera en Paraguay 1043, entre Cerrito y Carlos Pellegrini, en octubre de 1943 se inauguró el edificio de Uruguay 753, sede que mantiene hasta la actualidad.Los registros llevan una inscripción de los hechos vitales de una sociedad en un territorio determinado.

"En la Ciudad el registro inscribe nacimientos, matrimonios, defunciones, informaciones sumarias y actúa como intermediador para la realización de trámites de documentación (DNI, pasaporte)", dice el Director General del Registro Civil, Mariano Cordeiro. Y agrega: "La obligación es hacerle la vida más sencilla al vecino, con trámites más sencillos y rápidos".

El inmueble ocupa una superficie de 5.686 metros cuadrados, en los que hay siete plantas, entre ellas un entrepiso y un subsuelo. Aún conserva los materiales originales de su construcción, como el mármol travertino con guardas de color negro y el bronce de las aberturas.

Fuente:  Clarin.com 

Foto principal: Emiliana Miguelez


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