Actualidad
Oficinas con construcción industrial es la nueva tendencia en edificios sustentables
ARGENTINA.- Un modelo interesante de negocio de construcción de pequeña escala con valor agregado de diseño es lo que realizó el arquitecto Pepe Garat, socio del estudio Zan & Garat. Se trata de una refacción y ampliación de un edificio a sólo una cuadra de Plaza Once, en Pueyrredón 2809, esquina Perón: una construcción con seis locales comerciales funcionando a pleno en la planta baja, pero con tres pisos superiores con plantas de 1.100 m2, abandonados durante décadas.
Una pena, si se considera que la construcción está ubicada “sobre una de las avenidas más emblemáticas de la ciudad, con gran cantidad de líneas de transporte de colectivos y subtes”, tal como lo definen sus comercializadores, Meetin Real Estate. El hecho, según explica Garat, es que la edificación original estaba prevista para una torre de viviendas de 30 pisos que jamás llegó a construirse debido a una modificación en la normativa: ahora sólo se podía agregar dos pisos, que se destinaron a oficinas.
En total quedaron 29 oficinas de dimensiones entre 47 m2 y 248 m2. Pero lo innovador es el método de construcción elegido: “Decidimos usar, en todo lo posible, un sistema constructivo industrializado que nos permitiera terminar la obra en tiempo y en forma, y que le diera una impronta moderna y totalmente nueva al entorno urbano”, cuenta Garat. Los cerramientos se materializaron con una piel de vainillas de vidrio u-glass (profilit), que no solo reducen el tiempo de armado de la fachada sino que, además, debido a su condición traslúcida, generan una iluminación interior controlada que no requiere energía eléctrica.
Al menos, el recurso funciona perfectamente cuando se cuenta con una orientación hacia el Sur y el Este, como en este caso, explica Garat. Por otra parte, la piel se mantiene limpia sólo con el agua de lluvia y permanece inalterable en el tiempo. Por otra parte, sobre la construcción existente se proyectó un sistema de “vainillas” prefabricadas, pero en este caso metálicas y opacas, que sirvieron para unificar la linea de construcción y cumplen a su vez la función de esconder las artefactos de aire acondicionado.
Garat asegura que el ahorro al emplear estos materiales fue sobre todo en tiempo de obra: seis meses en lugar de un año, como lo hubiera requerido una construcción tradicional. En total, la obra costó 20 millones de pesos.
En definitiva, el emprendimiento supone una novedad constructiva que podría generalizarse en desarrollos inmobiliarios no residenciales para optimizar costos y plazos de obra.