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Licitaciones ya ingresaron en la era digital y ahora solo se aceptan pliegos de forma online
ARGENTINA.- Con el visto bueno
del presidente Mauricio Macri, ingeniero civil de profesión, el secretario de
esa cartera, Daniel Chaín -arquitecto que en el pasado integró la Cámara Argentina
de la Construcción (CAC)-, dispuso reformas profundas en las licitaciones.
Éstas van desde la eliminación de la venta de pliegos hasta la obligación para
las empresas de presentar las ofertas en formato digital. Aunque quizá ninguno
de los dos lo diga en voz alta, las modificaciones tienen como objetivo
sobresaliente eliminar eventuales procesos de cartelización (y el pago de
sobreprecios) en la obra pública, uno de los sectores más cuestionados en la
relación habitual entre el Estado y las empresas privadas.
Como en casi todas las
iniciativas que apuntan a fomentar la transparencia en la gestión pública, el
uso de Internet es uno de los aliados. El Gobierno ahora pone los pliegos
online para que cualquier compañía los baje y se presente a la compulsa sin
tener que pagar por ellos.
En paralelo, les pide a las
empresas que presenten sus ofertas en pendrives, CD o DVD para luego hacerlos
públicos en las páginas web de los distintos organismos. El caso paradigmático
será Aysa, la compañía que presta el servicio de agua potable y cloacas en la
ciudad y varios municipios del Gran Buenos Aires.
Chaín puso en marcha la primera
experiencia en el último verano en la licitación de una defensa costera en
Concordia, una obra orientada a evitar parte de los desastres que causaron las
últimas inundaciones en esa zona del país. El funcionario dice que obtuvo los
resultados que buscaba: "En principio, bajamos los precios y se sumaron
más oferentes que lo habitual",
explico.
El Ministerio del Interior, Obras
Públicas y Vivienda, a cargo de Rogelio Frigerio, tiene un presupuesto para
este año cercano a los $ 41.300 millones.
Una parte sustancial de esos
fondos los manejará Chaín, que tiene entre sus responsabilidades no sólo la
realización de obras públicas (una parte específica de las inversiones del
Estado), sino también aumentar los servicios de agua y cloacas en todo el país,
una de las mayores apuestas en términos de infraestructura que hizo el
Gobierno.
En esa línea, espera iniciar
proyectos por US$ 21.000 millones en los próximos cuatro años para tender
55.000 kilómetros de tubería para agua y otros 30.000 kilómetros para cloacas
Por ahora la Secretaría de Obras
Públicas lidera el cambio de esquema en las licitaciones, pero es probable que
se extienda a otras áreas del Estado, según les sugirió Macri a varios de sus
funcionarios. También les pidió que sumaran en la nueva forma de adjudicar
obras a las gobernaciones y los municipios.
Malos antecedentes
La relación entre el Estado y sus
contratistas está desde hace años envuelta en polémicas. La más ruidosa del
último tiempo tiene que ver con los beneficios que les dio el kirchnerismo a
las empresas de Lázaro Báez, el mayor constructor de rutas en Santa Cruz
mientras Néstor y Cristina
Kirchner ocuparon la Casa Rosada.
Austral Construcciones, la nave insignia del empresario, tenía un trato
preferencial no sólo al momento de la adjudicación, sino también en los tiempos
de pago. Son todos temas que están siendo investigados por la Justicia.
Según los funcionarios que están
a cargo de implementar los cambios en las licitaciones, el solo hecho de no
poner al alcance de todos los pliegos por Internet le aportan una dosis de
transparencia importante a todo el proceso.
Eso se debe a que con el sistema
anterior era relativamente sencillo para una compañía constructora o consorcio
saber quién había comprado pliegos y ensayar algún tipo de acercamiento mutuo
para acordar precios, por ejemplo.
Ahora, en cambio, se puede bajar
el formulario para licitar una obra sin dejar registro, por lo que no se puede
saber quiénes son todos los competidores hasta que se abren las ofertas, que
luego se hacen públicas.
Además, el hecho de que sea un
proceso gratuito puede aumentar el interés de más empresas.
La obra pública no es el único
rubro en el que el Gobierno intenta diferenciarse de su antecesor.
La semana pasada Cammesa, la
compañía administradora del mercado eléctrico, difundió en su página web
quienes fueron los ganadores de dos licitaciones internacionales para la
provisión de gasoil.
Cammesa, una empresa mixta, es la
mayor favorecida con los subsidios del Estado y estuvo envuelta en acusaciones
por sobreprecios y falta de transparencia en la compra de millonarios
cargamentos de gasoil y fueloil que se trajeron para compensar la caída en la
oferta local de gas, que se utilizaba para generar electricidad.
En parte, la difusión de esa
información, que de ahora en adelante será pública, ocurrió en respuesta a una
polémica que se había generado en la primera parte del año, cuando Shell, la
empresa cuya filial en la Argentina presidía Juan José Aranguren (ahora
ministro de Energía y Minería), se había quedado con al menos ocho cargamentos
en una semana.
La transparencia en la gestión
pública fue uno de los slogans de campaña de Macri, a tal punto que creó el
Ministerio de Modernización, a cargo de Andrés Ibarra, para concretar esa
promesa.