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De Vido: De hombre importante en la obra pública a procesado por la tragedia de Once
ARGENTINA.- Hasta hace poco, era
una pieza clave de la gestión anterior. El martes por la tarde fue procesado
por el juez Claudio Bonadio por el delito de corrupción seguida de muerte por
el descarrilamiento del tren en Once que
causó 51 víctimas fatales. El magistrado además le aplicó un embargo por
600 millones de pesos. Amo y señor de la obra
pública durante la era K, De Vido, porteño, de 65 años, dos veces casado y
padre de cinco hijos, pertenece al acotado grupo de dirigentes que acompañó
desde la hora cero el ascenso político de Néstor
Kirchner, cuando éste se lanzó como candidato a intendente de la ciudad de
Río Gallegos, en Santa Cruz.
De profesión arquitecto, alguna
vez al frente de una fábrica de chocolates, De Vido no vivió el mejor de los
mundos a partir de 1976, cuando los militares tomaron a sangre y fuego el
control total de las acciones en el país.
Su pertenencia de entonces a la
Juventud Trabajadora Peronista (la contracara de la ortodoxa Juventud Sindical
Peronista), de notoria subordinación a Montoneros, determinó que aceptara sin
reparos que la empresa constructora en la que trabajaba, dispusiera su traslado
a la provincia de Santa Cruz: después de un primer tiempo en la localidad de
San Julián, se radicó con su familia en Río Gallegos, donde en 1982 conocería a
Néstor Kirchner, de quien se puso a disposición en forma casi inmediata.
Con Kirchner ya en la intendencia
(1987), De Vido asumió la Dirección de
Obras Públicas en el Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda (IDUV) y, en
1990, pasó a ser presidente de Vialidad Provincial. Luego, buscaría sin éxito
convertirse en el sucesor de Néstor Kirchner en la intendencia, pero el ex
presidente le escamoteó el apoyo para llegar a esa meta; una decisión que
pareció lastimaría la relación, pero el frustrado candidato terminó por
aceptarla.
Años después, con Kirchner al
comando de la gobernación santacruceña, el arquitecto ocupó primero el
Ministerio de Economía y Obras Públicas, aunque después fue ungido como
ministro de Gobierno de la Provincia de Santa Cruz, un nombramiento que daba
cuenta del crecimiento del arquitecto como operador político del kirchnermismo.
Jugado a la suerte de los K, su
jefe político, al llegar a la Presidencia en 2003, lo designaría al frente del
Ministerio de Planificación Federal. Desde allí manejó a voluntad la
renegociación de los contratos con las empresas privatizadas, además de
encargarse de la obra pública y de promovernuevos negocios en el área
energética, por vía de la empresa estatal Enarsa.
También De Vido, que acompañó a
Cristina Kirchner en sus dos períodos aunque con menor grado de acercamiento al
que tenía con Nestor, acreditó una relación de primera mano con el presidente
venezolano Hugo Chávez. Elisa Carrió lo acusaría en su momento de recaudación
ilegal de fondos para la campaña presidencial de 2003.
También fue apuntado por estar
estrechamente relacionado con empresas de Santa Cruz, en apariencia vinculadas
con hechos de "sobrefacturación y sobreprecios" en obras públicas de
esa provincia, adjudicadas mayoritariamente al empresario hoy encarcelado
Lázaro Báez en lo que constituye la causa por la ruta del dinero K.
El exministro tenía otro apodo:
"el cajero". Todas las decisiones de inversión pasaban por su
cartera. Así es como se lo vincula a otros escándalos por desvíos de fondos y
corrupción. Sólo por nombrar dos ejemplos, tanto en el caso Sueños Compartidos de
Hebe de Bonafini como en el programa de viviendas de la Tupac Amaru de Milagro
Sala tenían un mismo punto de contacto: Julio De Vido.